Conozco
lo que siento. Sé lo que soy. Y desde hace un tiempo, vivía feliz,
inmersa en mi sueño. Hoy me han despertado a golpes de el. La
intolerancia, la injusticia y la insensatez han abierto la puerta sin
llamar y se han llevado toda mi ilusión.
No
sé si lograré volver a dormir y soñar de nuevo. No sé si
conseguiré ilusionarme otra vez. No sé si esto sólo ha sido un
puñetazo de realidad en pleno estómago de mi fantasía.
Necesito
sentirle cerca. Olerle. Tocar las yemas de sus dedos y buscarme
dentro de sus pupilas. Pero sé que la única manera de aproximarme a
el será a través de los recuerdos. Intangibles y espaciados
recuerdos. La única verdad que nos queda.
En
estos momentos, sólo quiero huir hacia lo infinito. Atraparlo en la
distancia y llevármelo hasta el horizonte más lejano. Escaparnos de
todo y de todos. Creernos los únicos supervivientes de un huracán
de decisiones.
Sin
embargo, estoy sola. El se ha ido. Está atado de pies y manos.
Encadenado por la sinrazón de quien debe protegerle. Yo le
protegería con besos y caricias, pero no tengo poder para atravesar
esas barreras.
Buscaré
en la melancolía mi pañuelo y me secaré las lágrimas con su
sonrisa.
No
me queda más remedio que ser paciente y que los días curen mi
tristeza.
No hay comentarios:
Publicar un comentario