Freedom

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martes, 6 de enero de 2015

Siempre existen secretos.

Te tenía abandonado. Hacía varias semanas que quería sentarme delante del ordenador y contarte lo que sentía. Pero unas veces por falta de tiempo, otras por falta de compromiso, me terminaba rindiendo y dejaba pasar la ocasión. Pero hoy no. Hoy he decidido continuar hablándote de mí. De lo que siento. De ese cosquilleo que invade mi estómago cada vez que tengo algo que contarte. Me apetecía teclear mis pensamientos como hacía antes. Escribir desahoga, te da valor. Al menos a mí, que sigo siendo una tonta introvertida y me cuesta expresarme.

Ya lo sabes, mi secreto fue revelado. Ahora se han enterado de quién soy y qué soy. Fue una gran liberación personal y un alivio insuperable. Pero ¿quién no se guarda algo para sí mismo? Siempre existen secretos. Siempre. Todos tenemos algo que ocultar. Así que, aunque desvelé el mayor de ellos, ahora vuelvo a esconder un pedacito de mi historia en un baúl invisible cerrado con llave. Una llave que sólo yo sé dónde está guardada, que sólo yo puedo encontrar.

Bueno, para ser sincera, no sólo yo. Hay alguien más...

El amor es tan complicado. En unos meses puedes pasar por todos los estados inimaginables. Puedes querer a alguien y no ser correspondido. O justo lo contrario. En ambos casos hay dolor. Se pasa mal. Esa persona, la otra, no siente lo mismo que tú, en cualquiera de los dos sentidos del camino. Y sin embargo, está ahí. Existe. La ves, hablas con ella. Aguantando ese dolor interno por el rechazo o sintiéndose culpable por no querer de la misma forma. Sólo el tiempo cura ese mal. Y, a veces, ni si quiera el tiempo es el antídoto y el dolor dura para siempre.

Pero ¿y cuándo el amor es correspondido?

Cuando el amor es correspondido, todavía es más complicado. Y duele igual o más. Aparecen los celos, las tentaciones, los malos entendidos..., las dudas. ¿Seguirá sintiendo lo mismo? Y yo, ¿siento lo mismo que el primer día?
Cuando las dudas se apoderan de ti, el amor que era correspondido se transforma en preguntas. Decenas de preguntas que quizá no tengan respuesta.

Ni los besos saben igual de un mes para otro.

Sin embargo, y a pesar de todo, las ganas por querer persisten. Aunque sólo vivas de los recuerdos. De esos recuerdos que serán eternos hasta que vengan otros recuerdos que los sustituyan.


Me está pasando a mí, pero no soy ni seré la única.

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